jueves, 24 de mayo de 2018

MEMORIAL DEVICE (David Keenan, 2018)






“Hay que entender que cuando hablamos de una escena local,estamos hablando
de una escena internacional en microcosmos”.

—Paprika Jones


En 1967, Arthur Koestler propuso el término “holón” para referirse a algo que es parte y todo a la vez: un sistema completo en sí mismo que simultáneamente es parte de un sistema mayor. Este concepto puede definir perfectamente lo que leemos en “Memorial Device”, una novela de ficción construida a partir de los supuestos testimonios de los protagonistas de la escena postpunk (1978-1986) en una pequeña comunidad escocesa. El autor, David Keenan, emplea diferentes voces y recursos narrativos para lograr dar forma a toda una mitología, que bien podría representar a cualquier otra escena musical underground en cualquier otra parte del mundo. En “Memorial Device” se relata la historia central de la mejor banda en la historia de Airdrie, pero también es la historia de otras bandas (pasadas, presentes y futuras), de otras camadas de seres anónimos (excéntricos, raros, outsiders) que pululan por las sombras y los laberintos subterráneos de tantas localidades perdidas alrededor del globo. Por eso es tan fácil entrar en el universo de estas casi trescientas páginas, por eso su lectura es ágil y jadeante (¡hey, esto es punk!), y por eso uno termina irremediablemente encariñado con los personajes: porque si el lector está familiarizado con la escena musical under de su propia comunidad, lo más probable es que esta runfla de freaks le parezcan viejos conocidos. Quizás, incluso, más de uno se verá reflejado en cualquiera de los espejos sucios (aunque paradójicamente brillantes en su pureza) que los vecinos de Airdrie (y alrededores) sostienen, cínicos, listos para confrontar a quien se atreva a mirarlos.

Pero que no se piense que “Memorial Device” es solamente una colección de perfiles extravagantes. En realidad, el ejercicio que hace Keenan es una cuidadosa radiografía del espíritu libre, apasionado y loco que, aún hoy, hace posible que el rocanrol se mantenga con vida. Aquí hay crítica filosa y dolorosa; reflexiones que zumban recio, como riffs distorsionados. La dinámica interactiva que hay entre los personajes se antoja verosímil y honesta como el latido vital de un bajo retumbante, y el lenguaje empleado golpea como una metralla de sintetizadores industriales. En Airdrie la vida se va rápido y hay que extraerle toda la sangre posible, pues será necesaria para pintar cuadros rojos, intensos, lascivos, en caso de que el entorno no ofrezca experiencias lo suficientemente excitantes.

Con una prosa que evoca al Irvine Welsh más contenido, y que se antoja heredera indirecta de los beat, David Keenan ha trazado un pequeño gran mapa que sirve a múltiples territorios. Y aunque es cierto que el paseo está cargado de penumbra, angustia y sinsentido a 33 RPM, el lector puede tener la certeza de que los anfitriones saben cómo apropiarse de su evidente marginalidad (son expertos en ello), reclamarla, exhibirla con orgullo y ofrecernos decenas de románticas razones para sentirnos orgullosos junto con ellos. ¿La banda sonora? ¡Diablos! ¡Esa está garantizada!


MEMORIAL DEVICE.
David Keenan.
Traducción de Juan Sebastián Cárdenas.
Sexto Piso. México, 2018.



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