sábado, 8 de febrero de 2020

ZOANTHROPIC PARANOIA: "Sesiones Mnémicas" (2020)



Vivimos tiempos extraños: el rocanrol, incluso en sus vertientes más extremas, ha sido reducido a fórmulas que se pueden procesar, enlatar y distribuir en serie. Afortunadamente, existen músicos que no están dispuestos a olvidar que el rock también es un asunto de güevos. O de ovarios. Pero en este caso, de güevos. Zoanthropic Paranoia es un proyecto potosino nacido a mediados de la primera década del nuevo milenio. Practican una brutal mescolanza de grindcore con elementos de death metal y harto ruido cavernoso. Sus composiciones se mueven en el más puro clasicismo del género: temas que no llegan a los dos minutos, una producción totalmente DIY y un sonido saturado que ellos saben convertir en ventaja, como alquimistas de la podredumbre, del estruendo, de la distorsión.

Y sí: Zoanthropic Paranoia es una banda con güevos. Porque se necesita tenerlos bien puestos para lograr que un proyecto tan tradicional (para los cánones del género, insisto) alcance a separarse de sus contemporáneos con una determinación que sacude por su honestidad sangrante. En plena era donde la rebeldía se mide en posts, shares y likes, esta banda ha creado un verdadero discurso politizado que cierra filas y se antoja contestatario desde la raíz. Allá donde otras agrupaciones optan por la consigna panfletaria, los Zoanthropic prefieren lanzar su dentellada a las estructuras veladas de poder, a través de un despiadado cuestionamiento a los estándares institucionalizados de la salud mental y la normalidad (lo que sea que ambas cosas signifiquen). Se trata de un concepto actitudinal, letrístico y sí, rebelde, que se fundamenta en corrientes filosóficas, teorías psi- de corte oposicionista y una serie de elaboraciones casi cyberpunk que tienen como blanco la mente de los escuchas. Es una disertación que insta a la guerra desde los espacios personales. Es un acto conmovedor (y poderoso) de pura y rabiosa transgresión.

Vale la pena hacer notar el formato de "Sesiones Mnémicas". El álbum se entrega en un CD-R con 19 pistas, inserto en una carpeta negra; además de un cuadernillo interior de 14 páginas en tamaño carta. Por supuesto, dicha presentación no es para nada una casualidad: es obra de la lucidez creativa de quien sabe cómo dirigir su propuesta. En el librillo se pueden encontrar las letras de todos los temas (cosa que se agradece, porque de la sola escucha es imposible discernir una sola palabra —¡hey! ¡esto es grindcore!—), mas un extenso comunicado (firmado por el autor principal) que es al mismo tiempo biografía, texto confesional, manifiesto y declaración de intenciones. "Sesiones Mnémicas" no es sólo un álbum de música extrema: es un misil teledirigido con potencial incendiario; es un ejemplo bárbaro de que la conceptualización en la música contemporánea aún es posible; es el hórrido estertor del underground que se niega a morir. Y sí: es también un puto discazo.


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